Por Luciano Lahiteau, especial para Junín Digital
El periodista Julián Maradeo viene trabajando el tema de los abusos sexuales en el ámbito eclesial desde hace algunos años. Aún antes de publicar “La derecha católica: de la contrarrevolución a Francisco” (Ediciones de La Campana, 2015), Maradeo ya había investigado y cohesionado distintos casos de abuso que aparecían, desperdigados, en distintos puntos del país.
Siguiendo estas noticias y rastreando las tramas que quedaban en un segundo plano detrás de relatos estremecedores, Maradeo fue encontrando patrones. Muchos relatos coincidían y muchos “castigos” y “reprimendas” del autogobierno de la Iglesia se repetían: los curas acusados no eran llevados a la Justicia ordinaria ni privados de sus oficios sacerdotales, sino exculpados por alguna reubicación en otra dependencia de la Iglesia católica, lejos de las ciudades donde se acumulaban las denuncias.
Durante décadas, además, estos acusados se sentían protegidos por el silencio. La incapacidad de muchas de las víctimas de reunirse, reconocer los traumas derivados del abuso y animarse a hablar ayudaban –involuntariamente- a las coartadas de los sacerdotes abusadores, cuya palabra siempre es más considerada que las de sus víctimas, a menudo menores de edad de pocos recursos y provenientes de familias muy creyentes.
La Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina es una de las organizaciones que con mayor consistencia ha ido rompiendo el hielo del silencio. Una de sus principales impulsoras y también víctima, Julieta Añazco, pudo hablar y se fue encontrando con muchas personas en su misma situación: que no llegaban a reconocer la dimensión de la problemática, de cómo había afectado a sus vidas, y de que no eran los únicos. Poco a poco fue encontrando víctimas que estaban dispuestas a hablar y contar lo que les había sucedido después de muchos años de callar y de sentir que su palabra no valía frente a la de la Iglesia.
Según Maradeo, que produjo y guionó “No abusarás. El mandamiento negado en la Iglesia de Francisco”, un documental que estrenó hoy el portal de noticias La Izquierda Diario, "entre el 1,5 y el 5 por ciento del clero católico está implicado en casos de abusos". Lógicamente, el volumen de la problemática es imposible de comprender sin preguntarse por el sistema que apaña y protege a estas supuestas “manzanas podridas” que ejercen oficios sacerdotales mientras pesan consistentes sospechas de abuso en su contra.
Por eso, el documental de Maradeo no se queda en la ya de por sí valiosísima palabra de las víctimas de los abusos de los sacerdotes Ricardo Giménez, Justo José Illaraz, Nicola Corradi y Horacio Corbacho, entre otros, sino que busca desentrañar los mecanismos que la Iglesia Católica pone en funcionamiento para ocultar la gravedad de los casos y proteger a los curas que incurren en el delito, aún a costa de contradecir los dichos públicos del Papa Francisco respecto de los casos de abuso y pedofilia en todo el mundo.
En el documental "se muestra cómo va evolucionando la lucha y cómo la presión va generando una causa judicial”, comenta Maradeo. “También trabajamos el sistema de encubrimiento pergeñado desde el Vaticano para que los hechos se traten desde la Justicia eclesiástica y no desde la Justicia ordinaria -continúa Maradeo-. De este modo, los curas suelen seguir en contacto con chicos a pesar de las denuncias de abuso, que son abundantes".
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