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| 20/08/2017

Fichados, de Cristián Prieto: “una cintita multicolor más para la memoria LGTBI”

En su primer libro, Cristián Prieto revisa su historia personal a través de los casos de persecución a personas trans y travestis hallados en los archivos de la inteligencia de la policía bonaerense. 

Por Redacción

Por Luciano Lahiteau, especial para Junín Digital

Un profesor del Colegio Bellas Artes de La Plata y un alumno, un joven oficial de policía y un integrante de la militancia armada de los '70, una amistad en el contexto de represión sexual de los '80. Esas tres historias son el objeto esencial de Fichados (Pixel Editora, 2017), el libro en el que el periodista y activista Cristián Prieto condensó la investigación que realizó en los archivos de Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense (DIPPBA). 

Prieto revisó legajo por legajo y encontró allí más de 150 casos de personas que fueron espiadas por las fuerzas policiales por no ajustarse al modo de vida heteronormado. Son historias de personas reales que fueron perseguidos y violados en su intimidad por considerárselos “amorales” o “pederastas” por el mero hecho de elegir cómo y con quién vivir sus afectos y su vida sexual.  

Desde mediados de los '50 hasta los '90, la Policía Bonaerense tuvo un edicto -nunca avalado por la Legislatura- para perseguir, hostigar y encarcelar a las personas con sexualidades disidentes. En el libro, Prieto ficcionaliza tres casos emblemáticos y cuenta cómo la persecución policial atormentó a cientos de personas por años. En esta entrevista, el autor echa mayor luz sobre la investigación que subyace a las narraciones y explica cómo el libro se relaciona con su historia de vida.

¿Por qué elegiste esas tres historias? 

Elegí tres casos de los relevados en los archivos de la ex DIPPBA que dan cuenta de tres momentos históricos: en democracia (un profesor de Bellas Artes en los años sesenta); uno en dictadura, pleno año '76 (la historia de oficial de la Policía y un militante revolucionario); y uno al principio de los años ochenta (el caso de la Rami). 

¿Qué te hizo elegirlas por sobre otras?

Cuando se habla de persecución a la disidencia sexual solo nace la pregunta de si la hubo en la última dictadura militar. Pero hay que salirse de ese período para darnos cuenta que la persecución ha sido, y sigue siendo, sistemática hacia los cuerpos no heteronormados. Esto se da a través de las fuerzas de seguridad, con edictos contravencionales o sin ellos. Recordemos que los edictos que penaban las homosexualidad se promulgaron en el último gobierno de Perón, en 1973. Entonces elijo estos casos como para dar cuenta de eso, en primera instancia, y luego porque son los que me llamaron la atención por la minuciosidad de lo registrado por los agentes de inteligencia. Vale aclarar que cada uno de los casos están ficcionados, no son tal cual los encontré en los papeles de la bonaerense. Hay una construcción de personajes y de contextos que tienen que ver con lo que sucedía en el momento histórico pero que en los papeles no aparece. En el archivo pocas veces se sabe qué sucede con las personas espiadas en los legajos y en Fichados yo imagino finales posibles en marcos represivos para expresar libremente la orientación sexual y la identidad de género.

¿Qué cambios hubo en el paso de dictadura a democracia en cuanto a la persecución de los cuerpos con sexualidades disientes? 

Primero hay que decir que la última dictadura no tuvo como foco subversivo a los grupos de Liberación Sexual de los años sesenta y setenta. No eran considerados enemigos ni factores peligrosos de disturbio. La dictadura persiguió de manera obsesiva a los subversivos de las organizaciones revolucionarias. Claro que se si daba el caso de algún militante que tenía características amaneradas o afeminadas iba a estar esa otra característica puesta en su legajo, e iba a ser utilizada, pero no era lo fundamental. Por eso hay que recordar que las persecuciones en tiempos de dictadura no tienen mucho registro porque era un modus operandi cotidiano meter presos a maricas y travas. No había un registro de esos abusos porque la sociedad pensaba y creía que eran enfermos. Lo que se hacía estaba totalmente avalado por la sociedad, las instituciones y hasta por las propias organizaciones revolucionarias. Lo que luego sí existió por parte de la DIPPBA, en los años ochenta y noventa, fue un ensañamiento hacia el colectivo trans que comienza a denunciar el hostigamiento policial en las zonas rojas, los asesinatos de travestis, y la persecución al colectivo LGTB que comienza a dar la batalla contra la pandemia del HIV SIDA. 

¿Cuál es la situación hoy, a la luz de esa historia?

Los edictos contravencionales que perseguían la homosexualidad y el ofrecimiento de sexo en la vía pública se derogaron en la provincia de Buenos Aires recién en el año 2008. Y hoy sabemos que la comunidad trans, travesti y transexual es la más hostigada, vulnerada e invisivilizada aún en lo LGTBI.

Al inicio incluís un prólogo autobiográfico ¿Qué significó para vos, en tu vida personal y tu rol militante, llevar a cabo esta investigación? 

Para mí es el libro que siempre quise leer. Yo soy hijo de exiliados chilenos de la dictadura pinochetista. En Bahía Blanca, donde crecí, recién a los 16 años descubrí el pasado militante de mi viejo. A esa altura ya venía militando en villas en el ala tercermundista de la iglesia. Y con esta apertura vi el lazo de sangre que me unía a una historia mayor. Luego, militar con HIJOS de Bahía Blanca, Madres de Plaza de Mayo y Ex Detenidos Desaparecidos me dio una formación tremenda de militancia. Una vez viviendo en La Plata comencé mi militancia estudiantil y me inicié en el feminismo. De allí nace la experiencia del Colectivo de Varones Antipatriarcales. Ahí se va uniendo esta necesidad de activar contra el autoritarismo, el patriarcado y la heteronormatividad. Mi ingreso a la Comisión Provincial por la Memoria me puso nuevamente frente a la cuestión del terrorismo de Estado y ahí decidí emprender la investigación en el archivo de la DIPPBA para ver el espionaje hacia homosexuales, lesbianas y travestis. Comencé a pensar de qué manera podía comunicar los hallazgos de esta investigación. Así empiezo a escribir artículos para el suplemento SOY del diario Página 12 y van saliendo algunos retazos de las crónicas, hasta que se van convirtiendo en relatos más largos y toman la forma de crónicas. En principio se trató de mi trabajo de tesis de licenciatura en periodismo, pero paralelamente comenzamos a hablar con la editora Pixel para publicar este libro de crónicas de ficción. Para mí es un cierre hermoso que abre la posibilidad de pensar cómo construir la memoria en clave LGTBI.

¿Qué queda por investigar de esos documentos de la inteligencia de la provincia de Buenos Aires? ¿Cuál creés o pretendés que sea el aporte de Fichados?

Queda por investigar en profundidad cada uno de los más de 150 legajos que dan cuenta de esta persecución. Queda por ir por otros archivos: brigadas de investigaciones y comisarías. Queda realizar entrevistas a nuestras viejas travestis para recuperar de su voz la historia de resistencia trans. Queda husmear por todas las instituciones, sobre las marcas maricas: instituciones eclesiásticas, educativas, de seguridad, de la sociedad civil. Porque estuvimos, estamos y estaremos en la historia siempre, y somos nosotras mismas quienes nos debemos contar y no esperar a ninguna institución, organización ni Estado a que lo haga. El aporte de Fichados es una cintita multicolor más desde la literatura para la memoria LGTBI.

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