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| 15/06/2019

Silvana Tomicic despliega su arte y su magia en el escenario en el Día del Padre

Será este domingo en Dadá con "Historias con silencios". La trayectoria y anhelos de una actriz imparable, con un espíritu irrefrenable que se recrea en cada espectáculo.

Por Redacción

"Historias con silencios" será presentado este domingo 16 de junio en Dada a las 17 puesto en escena por la actriz Silvana Tomicic. Consiste en una función de mimoclown y magia donde se destaca, como lo refiere la misma profesional del espectáculo, "lo placentero que es poder jugar sabiendo todo lo que se comparte, como el mismo amor, se multiplica sorpresa, picardía, gestos, carcajadas, magia".

Dada se encuentra en Primera Junta 791 y la reserva de entradas se puede hacer llamando al 236 4593987 con un valor de 150 pesos la entrada general y los socios de Dada pagan cien pesos.

"Me ciento una privilegiada total. Siento ganas de seguir haciendo cosas, en la permanencia del transcurrir de todos los días" destacó la actriz con más de 24 años de trayectoria y la decisión de seguir creando personajes.

Silvana Tomicic se hizo famosa en Junín por su faceta mejor explotada: sus actuaciones como mimo en eventos familiares y fiestas infantiles desde hace 18 años. Las caracterizaciones con el rostro pintado y con las manos ensayando distintos contornos en el aire la identifican más que su propio DNI en la ciudad.

Sin embargo, hay facetas menos conocidas que la caracterizan tanto o más que esa imagen que eligió mostrar ante la gente. "La idea es llevar el arte a lo terapéutico" destacó en su momento e inclusive eso mismo la llevo a encarar la terapia de la risa a través de sus talleres que se han realizado y se vienen haciendo en nuestra ciudad y la zona.

Tomicic se formó primero como profesora de educación plástica y después como decente y actriz, todo en la Escuela de Teatro. Afirma que en ese ámbito pudo recuperar “ese ´yo´ que estaba como escondido. Insertarme en lo social fue muy complicado, sentía que no podía ser esa persona que era en mi isla propia”.

SU VIDA Y TRAYECTORIA

En un reportaje publicado por Democracia, Silvana contó que después de recibirse en las dos carreras, a los 21 años se fue a vivir al sur, a Cipolletti (Río Negro), donde residía su hermano. Al tiempo se trasladó a Belo Horizonte, una experiencia que le sirvió para conocer otra cultura. Se tomó otro año para “recorrer medio país a dedo”. Asegura que se terminó de encontrar en ese viaje. “De todas maneras soy una gran buscadora, nunca me quedo quieta. Siempre digo que la eternidad va a ser tan larga que hay que hacer cosas ahora”.

Ya de regreso en Junín, mientras se sentía una desubicada porque las chicas de su edad empezaban a tener hijos, en una esquina se chocó con la que sería su credencial por el resto de su vida.

“Me encontré con un flaco que era mimo y que lograba que los chicos estuvieran una hora con la boca abierta pero callados, admirándolo. Me di cuenta que yo quería eso. Lo hice y hoy me di cuenta que fue la mejor decisión de mi vida, cuando los compañeros de teatro decían que estaba loca. Es que somos cien mimos en todo el país”, explica.

Buscando en la memoria los primeros episodios de su profesión, encuentra que empezó haciendo cumpleaños y vidrieras vivientes, a lo que se fueron sumando infinidad de animaciones en cuanto acontecimiento popular hubiera dando vueltas. “Todo lo que hago lo estudié, nunca fui una improvisada”, advierte.

Momentos traumáticos

Reflexiva y profunda, complacida por la compañía de su hijo Gael, de 8 años, Tomicic no duda en aseverar que el teatro le salvó la vida. “Me salvó de las angustias, de la depresión, de intentos de suicidio, de muchas cosas feas. Por un lado me llevó diez años superar la separación de mis padres. Pensá que para una persona que es artista, todo es más dramático, siente las cosas de otra manera. También me costaba aceptarme como era, tenía muchos complejos, me veía inferior a los demás”, reconoce.

“El taller de la risa”

“El taller de la risa” es la última creación de Silvana. Es un espacio destinado a personas que valoran el optimismo en tiempos de crisis y que quieren vencer ese lugar tan temido que es el miedo al ridículo.

Sostiene que la actividad se desarrolla “encontrándonos semanalmente, generando un circuito donde se producen empatías positivas y se liberan endorfinas (hormonas del placer), socializando la esperanza y el optimismo e intentando que lo logrado en cada encuentro sea distribuido en el diario vivir”.

“El reírse a conciencia con propósito e intención unos minutos al día, en principio, incorpora un hábito y una disponibilidad hacia las emociones positivas, y un natural rechazo hacia las emociones negativas. Creando como un halo de protección para poder decidir qué emoción, pensamiento o sensación quiero despertar.

Tomicic puntualiza que hay distintos niveles de risa, ya que el reírse también es una herencia cultural. “Así –explica- hay risas más tímidas, contagiosas, risas de cumplido, nerviosas, algunas que parecen falsas y hay personas que se divierten mucho pero uno no se entera”.

Dice que “es muy interesante” conocer con qué necesidad la gente llega al taller y comenta que las motivaciones son muy variadas y a la vez tienen mucho en común: depresión, recomendación médica, fobias,soledad, entre otras. “Sucede algo sorprendente: aquella persona que vino con alguna necesidad es la que motiva más al grupo a reír. Reírse de uno mismo es un gran acto de madurez, de exponer vuestra vulnerabilidad y socializarla; habla de la capacidad de ser flexible”, señala Silvana.

Y concluye: “Podemos reírnos de todo aquello a lo que le podemos poner palabra .Ya que la risa es un medio positivo de adaptación al medio .Nos podemos reír de nuestros defectos, de enfermedades, de vicios, de la muerte, de la religión… es increíble que en lugares tan dolorosos como es un velorio (parte social de la muerte), se escuchen los mejores chistes. Esto explica que ante el dolor es también un mecanismo de defensa adaptativo.

 

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