Más allá de los justos reclamos de las fuerza policiales, a la cual Alberto Fernández ya anuncio que les repasará 30 mil millones de pesos para el pago de salarios, es importante destacar que en medio de un pandemia donde todos los días mueren una media de 250 personas que alguien comparó con un avión de pasajeros que se estrella diariamente, una medida de fuerza de esa naturaleza es un acto de sedición, despreciando la vida propia y la del otro, poniendo en peligros las instituciones y amenazando la vivienda del presidente de la Nación.
Hemos visto con preocupación como la falta de política, como los errores políticos le acercaron leña seca a la hoguera. Cómo es que el gobernador no llamó el primer día a su ministro de seguridad cuando puso las suelas de sus zapatos en un estudio de televisión posando de Rambo en campaña política, y lo mandó a su lugar de trabajo para cumplir su función en el comando de sus fuerzas en cada municipio, en cada barrio, sin la necesidad de una itaca de triste recuerdo en la dictadura de Videla y en el Estado Parapolicial de López Rega.
Era el ministro Berni el que tenía que haber analizado y discutido con su gobernador lo que después se conoció como el petitorio de los 14 puntos. Después de los errores políticos cualquier solución es una derrota. Negar, minimizar y quitarle identidad al conflicto como se vio al término del mismo por algunos dirigentes nuestros, es arriesgarse a que los conflictos vuelvan con mayor potencialidad.
La población pudo percibir el silencio de los “republicanos” cuando fue amenazada la institución presidencial. Como el libertinaje de los “libertarios” se regocijaba alentando la sedición que sabiendo que no llegaría a buen puerto, pero era un granito de arena en el desgaste del gobierno popular en el cual están empeñados. Esta es una oposición, no de adversarios políticos y sí, de enemigos xenófobos, racistas y antiperonistas. Cualquier cuidado es poco, cualquier vacilo puede ser letal.
