Por Marcial Paz (columnista del programa Línea de Juego)
En épocas de flojas convicciones y convencimientos temporarios, apareció un equipo que va en la dirección contraria, que cree en la idea más allá del resultado, muchas veces engañoso de acuerdo a lo realizado.
Martin Funes, conductor del timonel Verde, cada vez que tiene la oportunidad, marca el verdadero objetivo: tratar de aportar futbolistas al plantel de Primera y que, cuando les toque, tengan todas las herramientas posibles para poder desarrollarse de la mejor manera. No se marea ni se desvía del camino un sólo paso.
Después hay una competencia. Inmersa en ella, ganar también es un objetivo, pero no el único, claro; ni siquiera el más importante en una división donde el jugador está en proceso de formación.
Sin embargo en este campeonato de Reserva, o de la vieja y añorada “tercera”, los “pibes” de Sarmiento van a jugar una final ante Boca; luego de eliminar a dos grandes como Argentinos Juniors en el mismísimo DAM en cuartos de final, y en semis a River.
Los jóvenes verdes irán al Estadio Florencio Sola con la idea de imponer condiciones. De ser protagonistas a través de la pelota. De que salga limpia del fondo. De arriesgar. De tocar y atacar. De recuperarla con el afán de buscar nuevamente el arco adversario. Con la identidad intacta.
El trayecto ha sido más que satisfactorio. Nunca se perdió el eje. Jamás se traicionaron las formas. Hubo golpes, traspiés, pero no dejaron de creer en la manera. Confiaron. Y tendrán el premio de jugar el partido definitorio.
A Banfield irán los futbolistas, el Cuerpo Técnico, y los que estuvieron siempre. Los que se subieron en este último tiempo, bienvenidos. Pero a no confundirse. El camino recorrido, los recursos utilizados, la reivindicación de una idea es lo que sobresale; y eso tiene un valor que estará por encima de lo que suceda.