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| 30/10/2015

Para verte gambetear

Diego Armando Maradona cumple 55 años y Junín Digital evoca fragmentos de tres textos que describen al número 10, acompañado por un gran tema de La Guardia Hereje.

Por Redacción
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“Yo no sé que ángel pardo se asomó por Fiorito

Se coló en los picados donde el anochecía

Y prendado del ángel gurrumín de la zurda

Se instaló en el mocoso con su audaz brujería…”

Fragmento de “Versos para Maradona”, de Héctor Negro

Hace 55 años, en el Hospital Evita de Lanús, nacía Diego Armando Maradona. Ese 30 de octubre de 1960 quedará como la fecha histórica en que llegó al mundo el mejor jugador del mundo en el transcurso que duró su carrera futbolística, para no entrar en discusiones estériles juzgando a futbolistas que se desempeñaron en distintas épocas, circunstancias y contextos.

Nada más ni nada menos que el mejor jugador del mundo de su clase, de su tiempo y que jugó para nuestro fútbol, defendiendo la bandera del futbolista, por sobre todas las cosas. Difícil describir a semejante personaje de nuestro tiempo, o difícil decir algo que aún no se haya dicho sobre el 10. Sin embargo se nos ocurrió citar a grandes escritores que en su momento dejaron grabado en un papel todo lo genial que fue Diego jugando al fútbol. Aún hoy, cuando muchos se empeñan en juzgar su vida privada con evidente malicia, siempre es bueno recordar, para algunos desmemoriados, de qué se habla cuando nombramos estos tres nombres: Diego Armando Maradona.

Hace algún tiempo Roberto Fontanarrosa escribió un texto denominado “El diez que no nos sacamos en otras materias”. En el mismo hacía referencia al histórico alarde del argentino medio creyéndose lo mejor del mundo, sin embargo siempre faltó la confirmación del resto de ese mundo que avale tal afirmación, algo que llegó con Maradona. El Negro entre tantas otras cuestiones, en ese mismo escrito alude a la identificación del Diego como un hombre con los genes bien definidos: “…el jugador emblemático, el que en cualquier parte del mundo se reconocía como argentino (o rioplatense) siempre fue el de gran manejo, el imaginativo, el mágico, el fantasioso. Y Maradona nos trajo la versión más acabada de ese jugador, la más perfecta, la de última generación. Batistuta es grande, y ya algunos taxistas avispados de New York suelen asociar «¿Argentina?»... «¡Batistuta!». Pero, si un marciano llegara a ver jugar a Batistuta y no supiera su nacionalidad, bien podría pensar que el Bati es italiano, o inglés, o bien, germano. No sólo por ser rubio y de ojos claros, o corpulento. Si no por ser fuerte, noble, potente y empecinado. Pero, si el mismo marciano llegara a ver jugar a Maradona y (por su misma índole marciana) no conoce a qué país pertenece, dirá, sin duda alguna: «Este muchacho es argentino»”.

La infinidad de líneas escritas sobre Maradona haría que todos los días pudiéramos subir algo nuevo del 10, pero encausados en la selección de la subjetiva mirada de Junín Digital citamos como en el inicio a Héctor Negro, ahora aportando la mirada sobre su desparpajo y valentía para enfrentarse a todo, dentro y fuera de la cancha: “…Desnudó a los hipócritas mandamases del fútbol, Lloró como tan sólo lloran los que se juegan, Y como pasa siempre con los cristos de barro, Lo colgaron con clavos en la cruz de su entrega…”

El genial Eduardo Sacheri también aportó una gran obra a la causa Maradona y la recogemos. “Me van a tener que disculpar”, incluida en el libro Esperándolo a Tito, describe el sentimiento de gratitud de alguien que se siente en deuda luego de haber recibido gratuitamente tanto derroche de talento y arte. Se siente incapaz de juzgarlo con la misma vara que a “los demás mortales” porque se siente en deuda y para cerrar, con esa descripción tan precisa y gráfica, Sacheri concluye: “Porque yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas. Porque, ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por dejar que los ingleses tuvieran todavía los otros días de su vida para tratar de olvidarse de ese, al menos yo debo tener la honestidad de recordarlo para toda la vida”.

 

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