El fútbol de Junín está de luto: murió Alcides Gubitosi. Tenía 65 años y es recordado por su vasta trayectoria deportiva en la ciudad.
A modo de homenaje, reproducimos la excelente nota publicada en La Voz de los Barrios.
"Los potreros de la infancia de Alcides Gubitosi fueron aquellos más cercanos a su residencia paterna: “la aceitera”, “el hospital regional”, “el parque San Martín”, y las calles de tierra a la vuelta de su casa: Roque S. Peña y La Rioja.
Cuando se le pregunta por la opción de ser arquero contesta: “Fuimos diez o doce chicos a probarnos a Rivadavia, todos queríamos jugar de nueve o de diez y el Cholo Lucaroni nos fue seleccionado, cuando llegó mi turno, por el físico, sobresalía mi altura, me mandó al arco. Era la primera vez que atajaba en mi vida. Debuté en la novena división, tendría 11 años y esa temporada salimos campeones invictos. Recuerdo grandes jugadores como Julito Rodríguez, el hermano del Tancha, Tofoleto, Terrible, Avila, Carlos Tobares…”
Alcides Gubitosi debutó en primera División, contra Belgrano de Morse, debido a una lesión del arquero titular, “Cachi” Gabrieli. El suplente, Oscar Sebelli, estaba de vacaciones. Gauna, técnico de Rivadavia, lo encontró jugando a la pelota en la calle, se lo llevó con la urgencia del caso, previo permiso de su padre. Tenía apenas 14 años. Sus compañeros eran ídolos sagrados: Félix Tobalina, Juan Carlos Bertoloti, el “Rulo” Chaparro, entre otros y enfrente lo tenia a Passarella y a Petrocheli, quien le hizo un gol de media cancha. En esa jornada ganaron por penales y le tocó atajar la pelota de la victoria. Tuvo su paso por el River de Taliche Lombardi y por Mariano Moreno.
El presidente de Villa Belgrano, Alfredo Martisoto, lo lleva para un nocturno y Villa sale campeón por primera vez. Al año siguiente, en el torneo oficial, vuelven a salir campeones en aquella histórica tarde en Baigorrita. Jugó tres años con la “V” azulada y en las tres temporadas salió campeón. Con Rivadavia dio la vuelta olímpica en 1971, su más grande satisfacción. Durante tres años estuvo en el seleccionado de Junín.
Con el Linqueño disputó una final del campeonato de la Provincia frente a Olimpo de Bahía Blanca. De la mano del “Chacho” Villafañe jugó para Independiente de Junín. Con Norberto Cavagna estuvo un año en el Argentino Jr., de Victorio Spinetto y compartió la pensión con un genio del futbol: Horacio Rodríguez. Después paseó su destreza por la Ligas de Arenales, Venado Tuerto, Río Cuarto y finalizó su carrera deportiva como jugador en Ambos Mundos. Fue técnico de Rivadavia y de Jorge Newbery. A Independiente, con Mario Echeto, los sacaron campeón. Fue la primera vez del rojo juninense.
Alcides Gubitosi guarda en su corazón un ídolo: Félix Tobalina.
Un poco de historia
En 1915, un grupo de jóvenes que practicaba el fútbol en las calles polvorientas del entonces «Tierra del Fuego», hoy Barrio Belgrano, decidió crear un club de barrio, al que llamaron «Olimpo», aunque la novel institución tuvo corta vida. Sin embargo, las mismas personas que lo habían fundado, sentaron las bases para la formación del actual Club Atlético Rivadavia.
Según la historia, en la casa de familia de Juan Ayala, ubicada en Comandante Seguí 74, el 15 de noviembre de 1915 se realizaron las primeras reuniones para formar el Foot-Ball Club Rivadavia. Ahí decidieron por unanimidad que llevaría los colores celeste y blanco como los de la bandera argentina. Entre los fundadores estaban Juan Ayala, José Ayala, Ladislao Arias, Marcelo Merlo, Isaac Lucero, Ramón Rodríguez, Francisco Rueda, Bartola Tello, Manuel Vázquez y Antonio Medialdea.
El 3 de marzo de 1928 la comisión directiva trató todo lo concerniente a la habilitación del nuevo campo de juego. Para eso se designó una comisión, para que se entreviste con el intendente Solana, a fin de pedirle a la Municipalidad el equipo para nivelar y dejar en condiciones su nuevo campo de juego. También se entrevistaron con el ingeniero Kimberley, del ferrocarril Pacífico, para recordarle la promesa hecha anteriormente sobre la concesión de un vagón viejo para utilizarlo como vestuario.
En el final de la década del;60 el club recibió una notificación de la Municipalidad donde informaba la decisión de cortar la cancha de Rivadavia y Salta en dos manzanas, para abrir la calle Cichero desde su inicio. En 1970 empezaron a trabajar en el terreno de tres manzanas ubicado en Italia y la Ruta 188. Ahí apareció la figura de Carlos Gamazo en toda su magnitud. Con gran esfuerzo rellenaron los terrenos, construyeron las tribunas, la cancha de fútbol, la pileta, la cancha de tenis, las torres de luz artificial y el riego del césped de la cancha de fútbol. En el año 1974, ante la necesidad de contar con un lugar para beber y comer, construyeron el salón confitería en la esquina de Quintana e Iberlucea (hoy Padre Ghio).
Los bailes comenzaron en el año 1964 con una lona prestada por la Liga Agrícola para cerrar el salón. Uno de los encuentros musicales exitosos fue cuando Rivadavia trajo a Chico Novarro; por ese entonces, por domingo se acostumbraba recaudar dos mil pesos, pero esa noche a las 23 llevaban recaudado 71 mil pesos en la cantina. Buscando mejorar y ofrecer mayor comodidad, viajaron los integrantes de la comisión directiva a Lincoln, para conocer un sistema que pudiera aliviar los problemas de lluvia.
El viaje coincidió con una visita del ex presidente Arturo Illia a Lincoln, donde se había cubierto toda una calle a partir de un trabajo realizado por la firma Fumacol de Chivilcoy, relacionada con Luis Castría, quien después fue secretario de Obras y Servicios Públicos, quien a su vez era yerno del doctor Bertero, presidente honorario de Rivadavia. Al tomar contacto con Castría, lograron la contratación de Fumacol para encarar el techo de 37 metros. El financiamiento de la primera cuota vino de la venta de botellas de whisky «Caballito Blanco» que tenían almacenadas en el club.
Los pozos para la base fueron hechos por los mismos socios del club, que al salir de los turnos respectivos en sus lugares de trabajo, iban para la sede a colaborar en la tarea. En esa época se proyectaban películas, cuya recaudación ayudó a la compra de diez metros más para seguir con el techado del salón.
Con base de esfuerzo, ingenio y dedicación, las instalaciones se fueron ampliando y mejorando. El fortalecimiento institucional fue notorio, anteponiendo los intereses de la entidad a los individuales. Los bailes fueron potenciándose. En una oportunidad, el recordado Carlos Gamazo contó que «yo me caminaba las disquerías de aquel tiempo en Junín como casa Daisy, Guirao y Arini. Veía qué artista vendía más y a ése buscaba traerlo», y así fue como llegaron a Junín, para actuar específicamente en Rivadavia, por ejemplo: Heleno, Joan Manuel Serrat, Nicola Di Bari (seis veces), Sandro (once veces), Los Iracundos (trece veces), Palito Ortega (cuatro veces), Sergio Denis (seis veces), Leonardo Favio (seis veces), el Cuarteto Imperial, Los Wawancó, Sabú y Manuela Bravo, fueron otros nombres que engalanaron los tradicionales bailes del Rivadavia." (La Voz e los Barrios)