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| 22/05/2020

Iván Delfino, entre el disfrute y la espera

El entrenador de Sarmiento atraviesa la cuarentena en Sunchales, junto a su familia.

Los días pasan, la cuarentena continúa y como diría Osvaldo Ardizzone en su visión sobre “El hombre común” la estadía en su casa de Sunchales para Iván Delfino ya comienza a ser una rutina “¿Te das cuenta a qué clase de rutina me refiero? A la que te somete, sí, pero no asfixia, que no agobia, que no irrita”*, a esa rutina que disfruta pero que lo aleja de la otra a la que se acostumbró a lo largo de su carrera como futbolista y como entrenador. “Es algo contradictorio, porque nosotros nos movemos solos a donde vamos y ahora estamos todos juntos. Te levantás y están tus hijos, tu señora, comés con ella...hay que tratar de aprovechar lo máximo posible y ojalá, dios quiera, que esta pandemia pase pronto, son situaciones y momento que hay que valorarlos porque cuando todo esto pase hay que volver otra vez al vértigo. En este momento de refugio para todo el mundo para nosotros es un aliciente hacerlo con la familia”, reconoce el entrenador mientras espera novedades para retornar a Junín. “Estoy en Sunchales, más que tranquilo pasándolo como todos, con días buenos y días malos”.

Aquellos días de entrenamiento en la Ciudad Deportiva era común verlo caminando de un lado para el otro, tranquilo, u observando sentado en el banco de suplentes, interactuando con su cuerpo técnico, siempre y cuando no fuese el momento de corregir en el campo…”Lo que extraño es estar adentro de la cancha, sentado arriba de una pelota, en el pasto, caminar, ver…somos animales de interperie en este ámbito que siempre estamos en espacios amplios, al aire libre. Extraño el ida y vuelta con los jugadores. Es un poco adictivo lo que hacemos nosotros y cuando te lo sacan por tanto tiempo es complicado sobrellevarlo si no estás con la cabeza equilibrada o no tenés otra cosa para hacer”.

-¿Pensás que después que termine todo esto se podrá sacar algo positivo como sociedad? Porque vemos que en momentos como este toda la sociedad tiende a unirse, pero también es cierto que no quedan muchas opciones.

-Yo creo que sí, después estará en el ser humano seguir manteniéndolo. El que siempre fue solidario con el prójimo lo va a seguir siendo. Ojalá que pase rápido, aunque no es lo que parece, pero creo que va a haber un antes y un después. Todos, en algún momento (en este tiempo), estuvimos solos y pensamos ‘mirá a las cosas que les daba importancia’ y hay otras cosas, que son mucho más sencillas, y vos sabés que en cualquier momento te podés quedar sin nada. Valorar esas cosas es fundamental, pero creo que va a haber un cambio y es fundamental.

-¿Por qué te dicen El Viejo?

-Me empezaron a decir así cuando jugaba en Juventud Antoniana de Salta, en el año 2005. Era algo normal porque en ese plantel decían “viejo” y se daban vuelta cinco o seis porque éramos todos jugadores grandes, era una risa. Estaba Ale Rodríguez, Risso, Valdiviezo, Duré, Albornoz…ahí me lo pusieron, fue pasando el tiempo, quedó y los jugadores me conocen así.

-¿En este tiempo le dedicás un momento a mirar partidos tuyo, tanto como jugador o como entrenador?

-Mirar las cosas otra vez, no. Me alcanza con lo que me quedan grabado en el corazón y en la cabeza. No soy de atarme al pasado, trato de digerirlo enseguida y arrancar otra vez porque esto es una rueda, sobre todo en este ambiente donde las cosas cambian rápidamente.

-Cuando pasaste de ser jugador a entrenador, ¿Qué fue lo que más te costó cambiar?

-Es difícil pasar tan rápido, te das cuenta con los años. Al principio seguía pensando como jugador y después se te va endureciendo un poquito más el corazón y vas tomando mejores decisiones, con más distancia y con otra visión. Los primeros dos años, si bien no me fue mal, ahora, a la distancia, me doy cuenta que en muchas cosas fallé.

-¿Y el progreso como técnico en cuanto a la formación cómo es?

-Hay que seguir aprendiendo todo el tiempo. No solo como técnico, como persona, como padre. Uno el mayor tesoro que tiene que tener es la ignorancia porque eso te lleva a aprender, a copiar lo que está bien. Creo que cuando fuimos padres por primera vez no sabíamos cómo era y con las profesiones creo que es exactamente lo mismo, es un continuo aprendizaje. Además yo aprendo mucho de los jugadores, no solamente desde lo futbolístico, aprendo a leerlos individualmente. Eso es lo que intento, aprender.

-¿Qué recordás del partido con Sarmiento en el 97 cuando jugabas en El Porvenir y de ese torneo que fueron campeones?

-Fue dos a uno con un gol de Adrián González y otro Garrafa Sánchez, de penal (de local) y el otro fue 2 a 0 en cancha de Sarmiento con 9 hombres. Teníamos un gran equipo.

-Hablando de tu época como jugador, en el último partido que jugaron con Douglas por la Copa Argentina estuvo Adrián Giampietri visitándolos en la cancha de Quilmes. ¿Repasaron viejos momentos?

-Él llegó a Mendoza (para jugar en San Martín) desde Córdoba…terminábamos de entrenar y se venía a mi casa a dibujar con una de mis hijas, a tomar unos mates y le hacíamos un poco de contención porque era muy chico. Un jugador de lo mejor que ví después de Garrafa (Sánchez): unas condiciones físicas y técnicas increíbles y la relación siguió. Tengo una camiseta de Sarmiento que me la regaló él. Es un buen tipo.

*Cita de “El hombre común”, de Osvaldo Ardizzone

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