Homo Argentum, la última película de Mariano Cohn y Gastón Duprat protagonizada por Guillermo Francella, se ha convertido en un fenómeno de discusión a poco más de una semana de su estreno. Con números de taquilla destacados y críticas mixtas, la película volvió a poner en el centro del debate la grieta ideológica, en especial tras las declaraciones del Presidente Javier Milei, quien la mencionó como parte de la “batalla cultural” que promueve su gobierno.
Entre críticas y elogios, se viralizó una desinformación en redes que sostenía que la película no había recibido apoyo estatal. Sin embargo, el filme fue beneficiado por la segunda edición del programa BA Producción Internacional, iniciativa de la Ciudad de Buenos Aires destinada a impulsar la industria audiovisual. Cohn y Duprat recibieron $150 millones, equivalentes al 12,13% del costo total de la película, según consta en el boletín oficial. Este dato desarma la fake news que intentó cuestionar la legitimidad del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y su papel en la producción cultural del país.
Homo Argentum se compone de 16 mini películas protagonizadas por Francella, con duraciones que van de 1 a 12 minutos. Cada viñeta funciona de manera autónoma, pero en conjunto construye una reflexión sobre la sociedad argentina actual, combinando comedia con crítica social.
Apoyo estatal y batalla cultural
El debate en torno a la película no se limitó a la pantalla: actores, críticos y referentes del sector cultural se sumaron a la conversación, algunos a favor y otros en contra de la postura política de Francella. Incluso se registraron momentos que rozaron lo ridículo, como la intervención del director del INCAA, Carlos Pirovano, que defendió durante 20 minutos en televisión un filme que admitió no haber visto, basándose únicamente en contenidos de redes sociales.
Más allá de la polémica, el caso de Homo Argentum muestra que la cultura requiere apoyo estatal para florecer. Programas como BA Producción Internacional permiten que proyectos de alto nivel vean la luz, tal como ocurrió con otras producciones argentinas recientes, incluyendo la serie de El Eternauta en Netflix, que si bien fue privada, contó con profesionales formados durante años en el INCAA. Sin este tipo de respaldo, muchos proyectos de calidad nunca llegarían a la audiencia.
La discusión sobre financiamiento cultural y la ideología de los protagonistas no debería ocultar un hecho central: invertir en cultura no es un gasto, es apostar al desarrollo de talento, al patrimonio creativo y a la diversidad de voces en la industria audiovisual. Homo Argentum es un ejemplo de cómo la colaboración entre Estado y creadores puede generar productos que, más allá de opiniones políticas, contribuyen al panorama cultural argentino.
Fuente infocielo