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| 18/01/2021

La fiesta Verde desde adentro

El festejo, que se inició dentro del campo de juego, continuó en el hotel, en el viaje a Junín y en la ciudad.

Tres finales perdidas, 90 minutos de sufrimiento a los que se le agregaron de los penales. La atajada de Manuel Vicentini puso punto final a un ciclo de rachas negativas para desatar el festejo que primero fue en el camp de juego, luego continuó en el vestuario y más tarde en el hotel, donde hubo tiempo para el reconocimiento a los referentes de las distintas áreas en las que se compone el grupo de trabajo que rodea al plantel y donde tampoco faltó la música y el baile para celebrar la vuelta a Primera División de Sarmiento tras tres temporadas en la Primera Nacional.

El arquero se arrodilló y pronto llegaron sus compañeros para abrazarlo al tiempo que colaboradores, suplentes y cuerpo técnico corrían sin rumbo fijo dentro del campo de juego del 15 de abril. Afuera los dirigentes y los futbolistas que no fueron citados pero que habían viajado para acompañar al plantel intentaban ingresar pero la policía se los impidió. Así, el festejo fue en todos lados. Antes, en el sufrido partido, dirigentes y jugadores se habían puesto en el papel de hinchas para animar a los once futbolistas que se veían superados dentro del campo de juego. Hubo palabras de aliento pero también el "y dale, dale, dale, veeee" característico para intentar de cambiar el estado de ánimo del equipo. Algunos, como Fernando Chiofalo, lo miraban solo, otros amainaban el letargo en compañía. 

Uno a uno y a los penales. Ahí también había jugadores que salían de los palcos, miraban en el sector opuesto a la cancha y se informaban con el grito de "gol", según del costado que viniera. Sale Fermín Antonini y dice: "¿viste cómo alentamos?" Patea Sarmiento y se escucha el gol del lado de Estudiantes. Los choferes que trasladaron al plantel del Verde también sufren al compas de la retransmisión del móvil de TyC. Los únicos que parecen estar tranquilos son los encargados de controlar el ingreso de periodistas y dirigentes, que charlan sentados en el primer escalón. Pasan los tiros y el objetivo del cronista que ya dejó la transmisión en vivo de la radio es ver por qué sector va a ingresar a la cancha para hacer las notas del campeón pero escucha a sus compañeros por internet. "Va Ardente", dice el relator Damián Clavijo y en ese instante ingresa al palco de jugadores para ver si puede bajar, pero la pelota da en el palo y el abrazo de Laureano Puñet lo saca de foco. Busca otro camino y termina en la platea detrás de los bancos. Quedan dos, uno para cada uno. Tira Vismara y parece darle de tres dedos, sí de tres dedos y la pelota se mete. Más tarde, en los festejos, reconocería: "noooo, le pegué con los cordones. Qué querés si nunca había pateado un penal en mi vida". Sincero, exacto, crack. Viene Sepúlveda, el que la rompió en el partido, el que metió el gol de su equipo. Se para, mira al arquero mientras el cronista relojea una especie de entrada al campo, cerrada con una cadenita como la que te ponen en el banco cuando estás en la cola. Ataja Manuel, el gran Manuel, el salvador Manuel, el que según Mariano Morente, de Sentimiento Verde se va a convertir en el nuevo Toti Iglesias. 

El cronista sale corriendo detrás del fotógrafo para ingresar pero tres policías se paran en la "puerta" impidiendo el paso. Ahora bajan todos los que no jugaron desesperados al mismo lugar pero el cronista sale despedido para el sector opuesto, como en contra mano. Llega al final de la platea y le dice a los cancheros, que ya tenía divisados desde antes del partido, si lo dejaban pasar. "Sí, pero saltate foso". Ya adentro del campo de juego el primero en encontrarse es Facundo Besada, ayudante de campo, que en ese momento de éxtasis lo primero que le sale es reconocer el trabajo de Iván Delfino y todo su cuerpo técnico. "Vinimos a terminar el trabajo que hizo Iván Delfino, su cuerpo técnico, Mariano Sardi y los dirigentes durante tanto tiempo. Uno de "ellos" es Gerardo Alfaro, que continuó de aquel grupo de trabajo y también tiene los ojos rojos pero alcanza a recalcar: "Estoy orgulloso. No me fui porque sabía que los chicos iban a poder consagrarse y poner a la ciudad y al club a donde se merecen". Todos se abrazan, se tiran al suelo, se arrodillan. Fabio Vázquez, la clave del cambio de actitud del equipo en el segundo tiempo, se aleja un poco y mira como sin poder creerlo: "Mirá lo que es esto. Una locura". Claudio Pombo, autor del gol del empate, tiene la sonrisa dibujada, y asume no poder entenderlo. "¡Vos me dijiste!", le contesta al cronista (NdR: el día anterior en una nota habían hablado de la suerte esquiva en cuanto a los remates del mediocampista desde afuera del área).

Comienza la vuelta olímpica, corta vuelta olímpica, porque los jugadores quieren ir a festejar con sus compañeros que quedaron al pie de la platea, separados por el foso. Hacía allí van y continúa la locura. Mancinelli se sube a la baranda para festejar mientras el presidente parece descontrolado y prácticamente sin vos grita "se nos tenía que dar". El secretario técnico Mariano Sardi también se aleja, se hinca en el piso y la cara de felicidad con la que mira, lo dice todo. "Es una satisfacción que no se puede explicar con palabras. Hace cuatro años que venimos peleando para esto", cuenta mientras toma aire para seguir respirando. Un paso más allá Facundo Castet, que inició el juego lesionado, continúa de pie solo porque la alegría es inconmensurable: "Dejé todo. Mirá como tengo la pierna, se me rompió todo pero tengo una alegría inmensa".

En la locura del festejo y la emoción, Yamil Garnier intenta un poco de claridad y avisa "que esto es injusto muchas veces, pero se nos tenía que dar y se lo dije al presidente, que esto también es mérito de él porque apostó a mantener una estructura, a seguir intentando porque hasta hace unos años Sarmiento era un equipo más del Nacional B y hace media hora Sarmiento era el candidato a ganarlo. Eso también es mérito del cuerpo técnico que se fue, al grupo humano que quedó, a los que llegaron, a los chicos del club que son unas fieras, los chicos del club son unas fieras", recalca para darle valor a los 36 futbolistas que conformaron el día a día.

El que también festeja es Facundo Daffonchio, sin minutos en el campo, pero con todos los minutos compartidos con el grupo de arqueros en los entrenamientos, el lugar donde se gestan las grandes atajadas de Vicentini, y el juninense lo pone en contexto entre lágrimas: "Cuanto sufrimiento. Pero se ve que tiene que ser así. Esto es por el equipo, pero por Manu fundamentalmente porque la viene peleando desde el año pasado que no se les dio y ahora acá estamos, festejando". El que aparece en el medio de los cantos, al lado del banco de suplentes es el entrenador. "Lo de estos pibes, los que no jugaron, es tremendo. Le agradezco a Dios que me haya hecho vivir esto, agradezco que me hayan convocado, quedar en la historia, a Iván Delfino también, compartirlo con ellos". Otro que llora es Martín García, exultante, justifica que no le quedaban piernas y por eso llegó tarde y vio la roja, pero poco le importa al cronista, que ya va dejando de serlo y se funde en un abrazo con el pibe de la cantera para interrumpir la transmisión porque el handy queda tirado en el piso.

La fiesta continúa en el vestuario, donde pasa Francisco Dutari (exjugador de Sarmiento que actualmente está en Estudiantes pero no firmó la planilla) a felicitar a su amigo, Vicentini. Se dan un abrazo en la puerta del vestuario y detrás Mancinelli se preocupa por dos cosas: que ingrese el resto del plantel y colaboradores que no estuvieron en la cancha y que no le saquen la pelota que atesora debajo de su brazo. Finalmente ingresan casi todos porque el inexplicable accionar policial le impidió el paso a cuatro integrantes del cuerpo médico y colaboradores y a Juan Cruz Franzoni y Pablo Fernández.

Del vestuario al hotel donde esperaban los dirigentes y unos 30 hinchas con bengalas de humo. El salón de fiestas se tiñó de verde y luego de la cena los animaron la noche fueron Jonatan Torres y Juan Caviglia. Cada uno en su rol. Mancinelli saboreaba una copa de vino sentado al lado de Garnier, como en un segundo plano, Vismara rodeado de pibes que lo abordan como a un prócer del pueblo, muchos de los cuales cada día recorren el trayecto de su casa al entrenamiento en bicicleta junto a La Bruja. Vicentini intenta recuperarse de una gastritis que lo dejó más delgado de lo que es. Toma agua y agua para no deshidratarse pero más tarde se unirá a la celebración. Hablan desde Chiofalo hasta Joaquín Gho entre bromas, saludos, recuerdos de cosas que pasaron en la temporada pero sobre todo el denominador común: el grupo que se formó para lograr el objetivo. "Vivimos situaciones complejas como lo que se hablaba de los árbitros, las de Deportivo Riestra, que nos echan a un jugador y seguimos jugando pero ustedes eran un puño cerrado como les decía y por eso son campeones, carajo", expresa Mario Sciacqua y estalla el recinto en un "dale campeón, dale campeón".

A partir de allí la música y el baile son los protagonistas, no falta el recuerdo a Maradona con "La mano de Dios" de Rodrigo, la puesta en escena de los que se animaban a bailar en la ronda (el kinesiólogo Malizia fue uno de ellos) y la continuidad en el loby del hotel. La fiesta solo se detiene porque hayque acomodar el lugar para el desayuno y el reloj ya da las cinco, pero continuará camino a Junín....

Fotos: Brenda León, Mariano Morente, Línea de Juego.

 

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