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La imagen que nos debe avergonzar

El ambiente del básquet ha naturalizado el insulto gratuito a jugadores rivales y árbitros que por obra de la casualidad pocas veces tiene consecuencias lamentables. Ayer pudo ser peor.

Lunes, 06 de abril de 2015 a las 11:12

Cuando quedaban 39 segundos del tercer cuarto sucedió un hecho lamentable y repudiable que pudo haber pasado antes, después o en el partido anterior y que tuvo como consecuencia el retiro de una persona del estadio por parte de la policía.

Ciertos partidos de básquet se juegan bajo un tenso ambiente donde el insulto y agravio de parte del público hacia los jugadores rivales o los árbitros es tomado como algo natural. Así, en el partido por el tercer punto, luego de un error arbitral, algunos hinchas de San Martín, colgados de las banderas tubulares se mantenían suspendidos sobre la baranda perimetral insultando a los jueces a no menos de 10 centímetros de sus rostros. Esa actitud debería ser inaceptable para los encargados de impartir justicia. La predisposición de cierta parte del público a recriminar el mal accionar de los árbitros con insultos es de una violencia que extrañamente no se tiene en cuenta  y que no termina en mayores consecuencias de casualidad.

De la misma forma, los que llevaron al límite su exhibición de machismo altruista fueron los visitantes, que se cansaron de insultar a los árbitros y a los jugadores de San Martín. El momento cumbre fue cuando hinchas locales, desde la platea, comenzaron a contestar esos insultos, en una aparente “defensa” de sus jugadores. En ese momento se produjo un intercambio de todo tipo de insultos e invitaciones a terminar las cosas por otro medio que la policía quiso terminar ubicando a uno de los desencajados hinchas de Belgrano. El hombre no tuvo ganas de hacerle caso y lejos de calmarse lo enfrentó con una actitud desafiante poniéndose cara a cara con el policía. Fueron 10 segundos hasta que el uniformado decidió accionar sacando al hincha de Belgrano ayudado por sus colegas. A los empujones y con cierta violencia lograron retirarlo. La situación pudo haber sido más grave si el intento infructuoso de los otros hinchas por “salvar” a su compañero hubiese tenido más decisión. Gracias no sabemos a qué no fue así.

Sin embargo la cosa no terminó allí. Cuando todo parecía volver a la “normalidad” un hincha de San Martín que estaba en la platea se metió en la cancha y se acercó hasta la baranda de la hinchada visitante lo que enardeció nuevamente al público de Belgrano. Y otra vez lo inexplicable. La policía, en vez de retirarlo, dejó que el presidente de San Martín lo acompañar hasta la salida del rectángulo de juego para que volviese mansamente a su asiento.

Tras esos minutos de nerviosismo, confusión y violencia, el encuentro continuó, pero la imagen de las consecuencias que producen esos hechos quedó en la tribuna. El hijo del hincha retirado por la policía llorando, consolado por su madre. Esa es el resultado visible de algo que muchas veces no se percibe. El ambiente del deporte ha naturalizado ciertas conductas que no deberían existir en un ámbito donde se supone sirve para educar y formar personas. Hoy fue en el estadio de San Martín pero ayer, quizás, pasó en Argentino y la semana que viene, tal vez, sucederá en Ciclista.