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| 20/04/2020

Literatura futbolera: “La pasión según Valdano”

Hace 14 años el periodista Ariel Scher le realizó una exquisita entrevista al exjugador y entrenador que fue hecha libro bajo el título “La pasión según Valdano” y repasamos un fragmento.

“Jorge Valdano es un narrador de  buenas historias que jugó de delantero, un observador fino de la existencia que fue campeón mundial de fútbol y un preciosista obsesivo del lenguaje que una tarde en México le gritó desmesuradamente al universo la palabra ‘gol’ ”. Así comienza la introducción de Ariel Scher en el libro “La pasión según Valdano” que el periodista realizó para la editorial Capital Intelectual del que sacamos cinco fragmentos. Una extensa entrevista donde el exjugador del seleccionado nacional responde preguntas que van desde el juego hasta la moral y que vale la pena buscar en internet o tratar de hurgar en alguna librería perdida para conseguirlo: “todas las preguntas guardan su sello. Y no sólo en lo conceptual, sino también en lo formal: Valdano habla con una organización y con un cuidado extraordinarios, habla, para decirlo de otra manera, con puntos, con comas y hasta con dos puntos. Sus comentarios orales parecen escritos, los textos que redacta podrían haber sido dichos. No es casualidad que, con un pocillo de café en su mano, Valdano asuma que en el ranking de los oficios que lo hicieron feliz primero está, sin dudas, su condición de jugador y segundo marcha el arte de explorar la palabra”, nos anticipa el periodista en esa “prólogo”.

-A partir de su experiencia como arquero aficionado, el escritor Albert Camus sostuvo alguna vez: “Todo lo que sé de moral lo aprendí del fútbol”. ¿Qué moral enseña y qué cosas de moral aprendiste en o por el fútbol?

-No hay que olvidar que el juego es el padre de la cultura. Existe también en el proceso de formación de mucha gente que, mientras juega, construye una manera de vivir. De entrada, el fútbol ayuda a ajustar el sistema de comunicación infantil. En la cancha se aprende a respetar reglas de convivencia, nociones sobre solidaridad, el respeto de los roles dentro de un equipo. Además, todo deporte es una escuela de superación personal que enseña a postergar la recompensa: se entrena para que el jugador pueda dar la mejor versión de sí mismo el día del partido. También ayuda a asimilar algo tan simple como ganar o perder. En definitiva: un equipo es una sociedad en miniatura que enseña mucho sobre la condición humana. Jugar, tener miedo (al público) y ser joven son tres razones para bajar la guardia y mostrarse con transparencia. Ésa es la razón por la cual el fútbol se puede convertir en un buen laboratorio para analizar los comportamientos del ser humano. Muchas veces de una manera inconsciente, pero lo cierto es que, mientras corremos fascinados detrás de una pelota, aprendemos a vivir. Albert Camus, cuentan, fue un arquero normalito pero un gran crack como observador. Supo ver con más profundidad que nadie lo que el fútbol tiene de “escuela de todas las cosas”. Tuvo el mérito de detectarlo en su tiempo porque hoy, con un fútbol tan omnipresente que está consagrado como metáfora de la vida, símbolo de la modernidad y expresión viva de la globalización, hubiera sido más fácil percibirlo.

-¿Hay lugar para lo moral (entendiendo “lo moral” en un sentido positivo) en un fútbol ultra-profesional?

-Con el profesionalismo, el fútbol, en tanto juego, deja de ser uno de los “reinos de la libertad”. Sin embargo, cuando alguien firma su primer contrato no anula las virtudes formativas ni los sueños. Por otra parte, es un ámbito, como el de la política o el del periodismo, en el que las personas pueden o no tener sentido de la moral. Lo que en el fútbol pone a prueba la moral del ser humano es la presión por ganar. Muchas veces, consideramos sólo como “picardía” los atajos que facilitan la llegada al triunfo y que resultan tentadores. Pero estos atajos suelen ser inmorales y se llaman trampa, doping, violencia.

 

-Alguna vez dijiste que el periodismo del deporte generaba o construía “un show dentro del show”. ¿En qué consiste ese show? ¿Cuánto de lejos y cuánto de cerca está del deporte real?

-La palabra siempre acompañó al fútbol. Al fin y al cabo, este juego es uno de los mayores productores de conversación del mundo. Soy del tiempo en que la actualidad del fútbol viajaba en radio y el análisis podía esperar hasta mitad de semana, que era cuando salía la revista El Gráfico. Es más, para mí y para mucha gente de mi generación, la palabra complementa el fútbol. Para las nuevas generaciones hay otras contraseñas y el fútbol también sabe adaptarse a esos códigos. Fútbol y rock, fútbol y moda, fútbol y sensacionalismo.

-Pero son otros tiempos…

-En estos tiempos, es indudable que el proceso digestivo de la actualidad es mucho más rápido y hay una gran demanda de satisfacción inmediata. Tiempos de tecnología e información; de espectáculo e imagen; de superficialidad antes que profundidad; de impacto antes que otro hecho, no hay tiempo para el análisis crítico. Sobre todo en televisión, vehículo preferido del fútbol actual. Los medios dependen de las audiencias. A partir de eso se ven en la necesidad de cautivar al público con recetas muy esquemáticas.

-¿Cómo describirías esas recetas?

-Exageración de la actualidad, culto al éxito, demolición del derrotado, individualización de la gloria y el fracaso, división entre amigos y enemigos, minucias contadas con entusiasmo desbordante, un buen humor obligatorio y, sobre todo, la consagración del presente: todo se desarrolla aquí y ahora, como si las cosas hubieran nacido de un repollo. Por supuesto que es un espectáculo conectado con el fútbol. De hecho, lo necesita para vampirizarlo, aunque sea otro producto. Un nuevo fenómeno que prescinde de la calidad simbólica del fútbol para convertirlo sólo en un entretenimiento. Maradona, un genio del fútbol, es también hijo de esa tendencia. De hecho es uno de los personajes preferidos del nuevo periodismo, porque polemiza sobre todo, elige grandes enemigos, convierte su vida entera en un espectáculo. ¿Qué tiene que ver ese personaje con el genio? El genio le dio autoridad emotiva y ya no necesita tener razón para seguir fortaleciéndose, ganando visibilidad, conmoviendo a la opinión pública.

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