Francisco Guaragna nació en Rufino pero se crió en Junín y particularmente navegó la Laguna de Gómez, que fue la cuna de su enseñanza y de sus sueños. Allí seguramente imaginó competir y tal vez algún día se proyectó disputando una olimpíada. Ese sueño, ese pensamiento y esa proyección tendrán que reinventarse porque Pancho acaba de regresar de “Disney”. “Para mí fue como ser un nene y estar en Disney. Fue un sueño increíble porque es el evento más importante a nivel deportivo del mundo. Estaban los mejores de cada deporte y de igual a igual, sin importar quién sea. Eso es lo más lindo: poder estar con atletas que los veía por televisión y que estaban en el póster de mi pared y en esos 20 días pude charlar, me dí el gusto de estar con Luifa Scola. Son cosas que me llevo de recuerdo para toda la vida”.
Esa vida, en la Villa Olímpica, se vio modificada por la pandemia, pero no le impidió disfrutar de la estadía. “Estos juegos fueron atípicos por la crisis mundial sanitaria que estamos viviendo pero se dio bajo un estricto protocolo, mediante una burbuja, con controles diarios bastante intensos porque nos monitoreaban a través de una aplicación del teléfono y se daban cuenta quién era contacto estrecho y en seguida actuaban y te aislaban”.
Más allá de esa hermosa historia, el rufinense/juninense, que terminó vigésimo cuarto en la clase Laser Standard, tiene el espíritu competitivo e hizo un balance en ese sentido. “En cuanto a resultado, quizás no tuve mi mejor semana, me pesó un poco la inexperiencia de vivir un Juego Olímpico en saber a lo que me enfrentaba. Más que nada lo mediático porque no estaba acostumbrado a volver del agua y a los cinco minutos tener que pararme frente a las cámaras en la zona mixta, reconoció y agregó: “Me pasó que el primer día tuve un gran debut y los medios ya te van posicionando como candidato, empiezan a mencionar la posibilidad de medalla y a mi corta edad lo viví de una forma bastante intensa porque el deseo también era muy grande (...) creo que el rendimiento se vio que cuando fui relajado como el primer día y el último, donde ya no tenía nada que pelear, tuve mis mejores momentos en el torneo. Pero son cosas de las que se aprenden”.
-¿Cuánto de lo mental y cuánto de lo físico en cada competencia?
-Depende mucho la disciplina, pero en mi barco, que es individual, es un diseño que en cuanto a resultados un 80%, quizás, se debe al físico y un 20% al resto de los factores: vos podés ser el mejor navegante del mundo técnicamente, estratégicamente, mentalmente pero si no tenés el físico que demanda el barco, la embarcación no avanza, por así decirlo. Entonces tengo que trabajar mucho el físico, la parte de resistencia, para poder hacer que el ‘barco ande’”.
-¿Te encontraste con algún contratiempo allá, dentro de la competencia?
-Tuvimos los diez días previos con la condición típica de Japón pero por experiencias previas, de años anteriores, sabíamos que era una fecha en la que en Japón usualmente suelen ingresar tifones y huracanes que desequilibran el pronóstico y se vuelve un poco impredecible esa semana poshuracán. Y pasó el peor de los escenarios que fue que unos días antes del inicio de los juegos ingresara un huracán cerca de la zona que desestabilizó toda la semana. Los primeros tres días del torneo nos tocaron condiciones atípica que en los días previos no habíamos estudiado pero fue para todos por igual y uno se tiene que adaptar.
-Me imagino que todo eso hace cambiar el plan estratégico, ¿con quien manejás ese aspecto de la competencia?
-Todas las decisiones terminan siendo mías, que soy el que va arriba del barco, pero tengo todo un equipo que me acompaña, que me brinda toda la información y obviamente las sugerencias a la hora de establecer una estrategia pero muchas veces pasa que sobre la marcha hay que cambiar cosas y se hace.
-Desde afuera se percibe que los atletas olímpicos tienen que hacer un esfuerzo titánico para sustentarse, algo que seguramente se pronunció con la pandemia, ¿Cómo fue en tu caso y cómo conseguís los recursos?
-Nosotros tenemos un problema que es que si no jugás al fútbol, al básquet, al rugby, al hockey, si no sos de un deporte popular es todo mucho más complicado y se torna cuesta arriba pero yo tuve la suerte de tener el apoyo de mi familia, del Náutico y del Yacht Club Argentino, en Buenos Aires, y del municipio de Junín, que en pandemia me permitió ser el primero en volver a la actividad luego de la cuarentena estricta y en base a eso tratamos de entrenar de la mejor manera en 2020. Este año nos dimos cuenta lo que nos impactó no tener competencia en ese 2020 por eso tratamos de planificar el sprint final a Tokyo de la mejor manera.
-¿Qué significó para vos que Santiago Lange y Cecilia Carranza sean los abanderados de la delegación?
-Una alegría enorme. Tenemos la suerte que los campeones olímpicos de Río sean argentinos, que sean del deporte y haber sido compañero de equipo de ellos este año en los juegos fue algo increíble. Conté con el apoyo de ellos en los días de competencia y que se hayan tomado el tiempo para acercarse, para darme un abrazo y palabras de aliento, incluso cuando notaron que estaba nervioso después del debut, fue un privilegio y estoy super agradecido de haber vivido una semana junto a esos grosos.
