Comenzaré por decir que respeto a aquellas personas que habían puesto sus expectativas en candidatos o candidatas que ya no participan, y entiendo que eso les genera angustia e incertidumbre frente a las opciones que encontrarán en el cuarto oscuro el próximo domingo.
Sin embargo, frente a esta elección tan determinante, es necesario que protejamos el contrato social que hemos construido los partidos populares de la argentina, frente a una fórmula presidencial que promueve la privatización de la Educación y la Salud, que libera al mercado la soberanía nacional, que reivindica dictadores, asesinos y represores, que idolatra a Margaret Thatcher, que subestima a nuestros científicos, que defienden la libre portación de armas, que detestan los derechos laborales y desprecian al padre de la democracia.
Mucho se ha especulado en estos días sobre que haría Raul Alfonsín, frente a esta elección de dos. Y la verdad es que nadie puede saber con exactitud que haría, y sería muy injusto decidir por alguien que no tiene posibilidad de justificarse. Sin embargo podemos hacer un repaso de su vida, reivindicar sus banderas, y sus decisiones en momentos cruciales para la argentina.
Alfonsín nunca ha sido neutral ante el destino de la argentina, aún en situaciones que involucraban directamente su figura y su construcción política. Siempre asumió su responsabilidad y ha defendido la democracia y sus valores, pese a las contradicciones que esos actos le generaban. Cuando el país, la paz, y la democracia estuvieron en peligro, Raúl no dudó en construir los consensos para darle una salida a nuestro país, aún con riesgo de equivocarse. El pacto de Olivos, para garantizar una transición pacífica, frente al peligro de una nueva dictadura, la conformación de la Alianza, como una alternativa al Neoliberalismo, el apoyo político a Duhalde para otorgarle gobernabilidad, en la salida al 2001, y así podría seguir enumerando.
Cómo lo dijo el propio Sergio Massa en los minutos finales del último debate presidencial, se que muchos no votarán convencidos, pero sé que lo harán como un vehículo para no elegir un camino que es odio, que es violencia, que es daño para la Argentina.
No hay honor en no involucrarse, cuando lo que está en peligro es la democracia, la paz, la memoria, la verdad y la justicia de nuestro país.
Por Maxi Berestein