La Serena, Chile.
(Papá, vos sabés bien lo más importante que está en juego entre Argentina yUruguay. Vos sabés...)
Los choris son los choris, dice un inglés que vive en Madrid y se volvió de espíritu argentino.
Los choris, en el supermercado, dicen: “Chorizo estilo argentino”.
Los choris, ese cilindro que adentro tiene una mezcla de todo, son el Messi de la gente.
Los choris, dicen en las calles de La Serena que están los argentinos porque, en el día en el que Argentina juega el clásico con Uruguay, hay olor a choris en la calle.
O sea: olor a argentino.
De carne o de cerdo, mejor de cerdo.
El chori es la canción “somos locales otra vez”.
Rara costumbre que, como dijo Sarmiento en su Facundo, en un país tan extenso, se mantiene de punta a punta.
Los neuquinos y los sanjuaninos hacen choris.
Los cordobeses que bancan a Pastore hacen choris.
Los rosarinos que llegaron con la banda de Gracias Tata hacen choris.
Los chilenos que buscan conseguir una entrada a 150 dólares para poder ver a Messi por única y última vez en sus vidas piden si, por favor, se les puede convidar un chori.
A la salsa criolla acá se le pone una plantita que lo vuelve más picante, pero, bueno, en definitiva es Copa América y quién no puede compartir un rato las tradiciones.
Chile está en días de mucho consumo y en el supermercado hay cosas de todos los precios: desde televisores hasta mostazas hechas en Tandil, Provincia de Buenos Aires.
Pero el chori es el chori.
Y en la previa del partido con Uruguay, en las tradiciones de la Patria Grande, la rivalidad es la rivalidad y lo que verdaderamente importa no es Messi contra Cavani, Martino contra Tabárez, Godin contra Agüero, es el asado y quién lo inventó.
Ellos o nosotros.
Y nosotros, argentinos, elegimos, para meterle picante, a nuestro Messi de la parrilla, Seba, oriundo de Mataderos, fundamentalista del asado, para que gane el partido.
Y para que grite.
Uruguayo, escuchá bien:
No es choto, como vos lo llamás desde siempre: es chori.
Ezequiel Scher para Familia Mundial.