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Fútbol y literatura: "24 de junio"

Un 24 de junio nació Messi pero también Riquelme y Caniggia anotó aquel gola a Brasil en Italia 90. Murió Gardel, llegaban al mundo Fangio y Sábato. Todo eso y el gol de Isla a Uruguay pasó un 24 de junio.

Jueves, 25 de junio de 2015 a las 12:51

Buenos Aires

(La historia, hijo. Ahí está la historia.)

Mauricio Isla respiró.

La señorita Blanca no lo vio. No lo vio porque estaba dando su clase de Historia del Fútbol y era 24 de junio. ¿Cómo ver a alguien respirando hacia alguna parte si era 24 de junio? La señorita Blanca exponía, la cola en el pupitre, la garganta engolada, las manos hechas una joya de la gesticulación, el aire dejando volar desde sus labios anchos la palabra "Messi": "24 de junio, nacimiento en Rosario de Lionel Messi, mago de la pelota, campeón de un montón de cosas, zurdo pero mucho más que zurdo, el primer nombre que se escuchará cuando dentro de uno o de diez siglos se explique una fiesta disfrazada de fútbol a la que llamamos Barcelona".

Mauricio Isla arrancó.

La señorita Blanca no lo vio. No lo vio porque ahora su cátedra de Historia del Fútbol profundizaba sobre el 24 de junio. ¿Cómo reparar en alguien que arrancaba si transcurría el 24 de junio? La señorita Blanca parlamentaba, las piernas cruzadas para resistir el agotamiento de una jornada entera en la educación, la fe puesta en cada estudiante, el vigor vocal aunque avanzara la noche: "24 de junio, nacimiento de Juan Román Riquelme, arquitecto del deporte, descubridor de lugares invisibles para los que tienen dos o cuatro o catorce ojos, portador de ideas sobre el juego que unos cuantos condenan al desuso pero -por suerte- ahí están, emblema del Boca que trepó hasta el cielo y al cielo llegó".

Mauricio Isla pateó

La señorita Blanca no lo vio. No lo vio porque se ensimismaba en su disertación sobre Historia del Fútbol y ensanchaba las dimensiones del 24 de junio. ¿Cómo hacer foco en un muchacho que pateaba si era 24 de junio? La señorita Blanca trazaba asociaciones, vibrante en cada sustantivo propio, meticulosa en cada adjetivo, encandilada con los verbos que se le asomaban: "24 de junio, nacimiento casi simultáneo del automovilista Juan Manuel Fangio y del escritor Ernesto Sabato; de Fangio, que manejó a los autos como los dioses hubieran querido manejar a los autos pero fue futbolista joven en el club Rivadavia de su Balcarce natal; de Sabato, que incluyó referencias a la pelota en "Sobre héroes y tumbas" y en "Abbadón, el exterminador", dos de sus libros, y conquistó muchos premios pero acaso los hubiera cambiado uno por uno si le permitían sumarse a la Primera de su amado Estudiantes, de un Estudiantes que fue campeón de acá, de allá y de más allá cuando lo condujo Osvaldo Zubeldía, quien, fíjense ustedes, también nació un 24 de junio".

Mauricio Isla palpitó

La señorita Blanca no lo vio. No lo vio porque se frenaba en su monólogo sobre Historia del Fútbol para ensalzar un punto altísimo del 24 de junio. ¿Cómo dedicarse a un individuo que palpitaba si era 24 de junio? La señorita Blanca lagrimeaba, ojos de profesora buena, párpados para encantar a un aula, pestañas como banderas: "24 de junio, nacimiento de un gol que por un instante existió como gol y desde ese instante dejó de ser gol para levantarse como leyenda, como milagro, como lógica rota, como Maradona semiroto pero sembrando flores en el césped de Turín para desacomodar a un rival igual que si fuera un yuyo, para cederle la pelota a Caniggia, quien, más flores y más milagros, metió esa misma pelota en la red y a Argentina en los cuartos de final del Mundial de 1990 porque venció a Brasil por 1 a 0 en un partido en el que caminó mucho tiempo por el costado más feo de las cornisas y celebró de pie".

Mauricio Isla gritó

La señorita Blanca no lo vio. No lo vio porque su programa sobre Historia del Fútbol indicaba más para ese 24 de junio. ¿Cómo demorarse en un joven que gritaba si era 24 de junio. La señorita Blanca añadía, responsable desde su primera hora frente a un pupitre, abnegada más allá de las pagas injustas, generosa porque así era y así sería: "24 de junio, día de uno de los nacimientos del fútbol argentino porque, desafiando tradiciones que amagaban ser invulnerables, Alumni logró el primer triunfo de un equipo argentino ante otro de súbditos de la corona británica, día del nacimiento de una memoria de River porque Néstor Rossi se estrenó como mediocentro de Primera, día del nacimiento de un tristeza doble, musical, popular y argentina porque fue en 24 de junio que se murieron Carlos Gardel, amable conversador de los jugadores y frecuentador de los partidos de Racing, y Rodrigo Bueno, cordobés e hincha de Belgrano, reivindicador en canción de Diego Maradona".

Mauricio Isla bramó, se desparramó, festejó, miró al cielo, conmovió a un estadio y a una patria, casi lloró.

La señorita Blanca, entonces, sí lo vio. Lo vio y detuvo sus enseñanzas extraordinarias sobre Historia del Fútbol, y ya no apoyó la cola en el pupitre, y ya no cruzó las piernas, y ya no necesitó sostener el vigor vocal de la noche que avanzaba. La señorita Blanca, que era una noble maestra, en cambio, dijo que, con un gol de Mauricio Isla, Chile le había ganado a Uruguay por 1 a 0, espantando sustos y sacando el pasaporte soñado para las semifinales de la Copa América que se juega sobre el suelo de su tierra. Y dijo, además, que el fútbol es fútbol porque siempre permite que gente nueva golpee las puertas de la historia y pueda entrar.

Mauricio Isla no se enteró

Pero la señorita Blanca, que finalmente lo vio, ya lo sabe. El año próximo, cuando sea 24 de junio, hablará de los que en ese día tienen un lugar en la historia. De mucho y de muchos, de Messi a Riquelme, de Caniggia a Gardel. Y de uno más. Casi puede imaginarlo;

-A ver, alumnos, es 24 de junio, ¿qué saben de Mauricio Isla?

 

Ariel Scher para Familia Mundial (Facebook)