Por: Ariel Scher
En Buenos Aires
(Ya lo sabés, hijo. Es eso o reventar.)
La tía Desdémona tiene en su mesita de luz una foto de cada uno de nosotros y, antes de dormir cada noche, nos sonríe. También tiene una foto de Ramón Díaz, un poco más grande que las nuestras, y, antes de dormir cada noche, le da un beso.
La tía Desdémona llamó a todos los habitantes fotográficos de su mesita de luz durante el día previo al comienzo de la Copa América y les comunicó que Ramón Díaz y su selección paraguaya llegarían lejos en el torneo. También se lo cuchicheó a Ramón Díaz cuando esa misma noche, antes de dormir, lo besó.
La tía Desdémona aseguró que no había que desgastarse en muchos análisis sobre el empate con el que Argentina y Paraguay estrenaron su participación en las canchas de Chile porque el verdadero duelo, el relevante, sería el segundo, acaso en una semifinal. De verdad, auguró eso sonriendo, de noche y antes de dormir, de cara a cada una de nuestras fotos en su mesita de luz. De verdad se lo repitió a Ramón Díaz cuando, antes de dormir, lo besó.
La tía Desdémona hizo tortas y compró sidras desde que se enteró de que, en los cuartos de final, a los paraguayos les tocaba enfrentar a Brasil. Probó la primera porción y paladeó el primer trago cuando los brasileños se pusieron en ventaja y explicó que marchaba a poner la mesa porque sólo faltaba un rato para que se clasificara Paraguay. En el camino, se arrimó a Ramón Díaz y lo besó.
La tía Desdémona fue testigo de los penales triunfantes de Paraguay sin un solo sobresalto y con más de una porción de torta entre los dedos. "Brasil es Brasil", le sugirió alguien, pero ella replicó "Ramón es Ramón". Lo expresó convencida mientras le regalaba una sonrisa a cada una de nuestras fotos. Antes del penal último, vio cómo tomaba carrera Derlis González, elevó su vaso con sidra y brindó sin esperar que la pelota llegara a la red. Con gusto a sidra, entonces, llevó la boca hasta Ramón Díaz y lo besó.
La tía Desdémona jamás apeló a profundidades futbolísticas, a búsquedas metafísicas o a algún designio astrológico para fundamentar su vínculo con Ramón Díaz. Por algo, entre torta y sidra, con el asombro de Paraguay consumado, nos argumentó lo de siempre: "Hay quienes creen en un amor, en una revolución o en un dios. Yo no sé cómo hace Ramón Díaz, pero le va bien bastante seguido. Creer o reventar. Así que creo en él".
La tía Desdémona nos despidió sin comentar nada sobre el Argentina-Paraguay que viene. Creemos que prefirió prolongar torta y sidra bastante más. Seguro que, como cada noche, sonrió ante las fotos de cada uno de nosotros. Y a la de Ramón Díaz la besó.
Así se habrá quedado dormida. Dejar afuera a Brasil no es poca cosa. Suponemos que esta vez, desde la mesita de luz, Ramón Díaz devolvió el gesto.
Y también la besó
Ariel/Ezequiel Scher para Familia Mundial