Sarmiento finalizó su estadía en Primera División jugando con un equipo repleto de futbolistas proveniente de la División Reserva y luego del cierre de temporada, la voz del entrenador y de los dirigentes iba en un solo sentido: “Queremos que lleguen refuerzos para armar un equipo completo”. La frase alertó a muchos sobre la escasa participación que podrían tener los chicos del club en el plantel profesional, sin embargo cada vez que Fernando Quiroz se pronunció en el receso hizo hincapié en que los chicos iban a tener su lugar. Y en el segundo amistoso lo demostró con hechos.
Más allá de las circunstancias y las lesiones que hicieron, entre otras cosas, que Luciano Pierce fuera el segundo marcador central, hay una elección en poner a Sergio Quiroga, probando si puede ser una especie de enganche por detrás de Joaquín Boghossian y con Iván Etevenaux y Gonzalo Bazán por los costados. El ex San Miguel la "rompió” en los entrenamientos previos al viaje a Rosario y Quiroz le dio la posibilidad. Lejos de “casarse” con los refuerzos, este es un caso que puede ser testigo de otros cuando algún nuevo jugador no rinda lo esperado. Es algo que parecería obvio pero todos conocemos casos a la inversa, donde un entrenador se empeña en utilizar al jugador que llegó para reforzar al plantel y retarda el ingreso de los que vienen de abajo.
