El día tan esperado por los deportistas, luego de varias postergaciones, llegó. Este viernes quedaron inaugurados los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 oficialmente con la ceremonia llevada a cabo en el Estadio Nacional de la capital japonesa. Francisco Guaragna, rufinense y representante juninense en los juegos, no pudo estar debido al protocolo que restringió la cantidad de atletas en la celebración, que fue un despliegue de tecnología y destreza alumbrado por miles de drones en el cielo.
Las precisas imágenes para contar la historia desde la génesis mostrada a través de la naturaleza y que comenzó con la interpretación actoral en el campo y la disociada sombra de la germinación de una semilla. La “evolución” fue la introducción que continuó en el punto de partida de esta edición número 32 de los juegos, aquella elección en Buenos Aires, en el año 2013.
La cronología fue pasando de año en año con atletas compitiendo para llegar a la gran cita hasta el 2020 donde se graficó la catástrofe mundial de la pandemia a través de un apagón al que le continuaron paneos de ciudades emblemáticas pero vacías. Fue el momento más emocionante porque le continuó otro con los deportistas volviéndose a activar en circunstancias especiales, con entrenamientos domésticos y luego sí la competencia para llegar a Tokyo.
Tras la presentación la destreza actoral y atlética japonesa salieron a escenas para mostrar parte de su cultura.
La música no podía faltar y la orquesta dirigida por Taneda saltó a la escena progresivamente vinculada con imágenes históricas de diferentes juegos. Todo acompañado con la bienvenida en la voz de una niña para dar lugar al arribo de las delegaciones al campo propiamente dicho y fue Grecia la primera en hacer su ingreso.
El turno de Argentina fue el noveno y la transmisión de TyC Sports contó en la previa a la salida con los deportistas cantando “...soy argentino/a es un sentimiento, no puedo parar...”, estrofas que se trasladaron cuando salieron a escena para emocionar con ese espíritu deportivo que los llevó hasta ese lugar de la mano de los abanderados Cecilia Carranza y Santiago Lange, que hacían flamear la bandera celeste y blanca por el aire del Estadio Olímpico.
Uno de los puntos más fuertes emocionalmente hablando se dio con la delegación una vez adentro del campo en las declaraciones de Carranza, que evocó a Braian Toledo: "En este momento debería estar Braian Toledo con nosotros. Ahora nos tiene que dar un shot de energía para salir a dejar todo como sabemos ser los argentinos, bien luchadores que somos". El atleta perdió la vida en un accidente hace poco más de un año.
Tampoco faltaron los fuegos de artificio, que en diferentes momentos de la ceremonia fueron protagonistas desde el techo del estadio.
Luego del extenso desfile que duró casi dos horas, testimoniaron a través de videos diferentes atlétas históricos y llegó el juramento que le dio paso a otro mensaje que ofició como prólogo de una teatralización y el posterior ingreso de la bandera olímpica que fue otros de los puntos de emoción de la noche japonesa ya que la judoca Pareto fue una de las seis portadoras de la bandera olímpica, integrada por trabajadores esenciales que lucharon contra la pandemia, algo que se mantenía oculto hasta el momento del ingreso.
La ceremonia continuó con el retorno del sketch que dio paso a una presentación de la historia de los juegos y de las diferentes disciplinas a través de un novedoso y apreciable método de pictogramas en tiempo real.
Más tarde, otra vez la referencia audiovisual y actuada a un mundo apagado que vuelve a encenderse en estos juegos y finalmente llegó el momento esperado. Un video repasó el trayecto de la llama olímpica que hizo su ingreso a las 11:38 de nuestro país y que fue pasando por múltiples manos hasta llegar al momento cúlmine. La tenista Naomi Osaka recibió el último cambio de manos y fue directo a encender el pebetero: El estadio a oscuras y una luz que la seguía la depositó en una escalera para subir al lugar donde en principio se apreciaba una gran bola pero que adentro contenía el pebetero, que fue descubierto con un movimiento tecnológico propio de una ceremonia inolvidable.